"Átomos para la Paz"
Discurso pronunciado el 8.12.1953 en la Asamblea General de la ONU
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"No es suficiente quitar estas armas de las manos de los soldados, éstas deben ser puestas en manos de quienes conocen como ponerlas al servicio de la paz y del bienestar de la humanidad"
"Presidenta, miembros de la Asamblea General.
Cuando el Secretario General Hammarskjold me invitó a dirigir esta Asamblea General, estaba justamente empezando una serie de conferencias en Bermuda con los Primeros Ministros y ministros de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña y Francia. Los asuntos de dicha Asamblea fueron los problemas que amenazan nuestro planeta.
Durante el resto de la Conferencia de Bermuda, yo tenía constantemente en la mente que al frente mío me era concedido un gran honor. Ese honor tengo hoy aquí en esta tribuna, es un privilegio dirigir la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Nunca antes en la historia tanta esperanza para tanta gente se había reunido en una única organización. El desarrollo ha sido tal que las armas nucleares han virtualmente alcanzado el estatus de armas convencionales en nuestras fuerzas armadas
Vuestras deliberaciones y decisiones durante estos años sombríos se han convertido ya en parte de esas esperanzas.
Pero la gran prueba y los grandes logros todavía están todavía por llegar. Y sobre esa confianza y expectación por el cumplimiento de esos logros, quisiera yo asegurarles que el Gobierno de los Estados Unidos apoyará firmemente a las Naciones Unidas en este proyecto. Debemos tener la convicción de que nuestra sabiduría, nuestro coraje y nuestra fe podrán traer a este mundo una paz duradera para todas las naciones y la felicidad y el bienestar para toda la humanidad.
Obviamente, no sería adecuado aprovechar esta ocasión para presentarles a ustedes una visión unilateral desde el punto de vista de los Estados Unidos. Yo les aseguro que nuestras deliberaciones en Bermuda invocamos esos mismos grandes principios de la paz universal y de la dignidad humana que están grabadas en nuestra Carta.
Sé que los ciudadanos americanos comparten mi profundo convencimiento de que si algún peligro existe en él mundo, ese es un peligro compartido por todos, y de la misma manera, si existe alguna esperanza para nuestra nación, esa misma esperanza debería ser compartida por todos.
Por último, si se debe avanzar cualquier propuesta disminuir lo más mínimo las tensiones del mundo de hoy en día, ¿qué más apropiado para ello que afrontarlo desde la Asamblea de las Naciones Unidas?
Me siento impulsado a hablarles hoy aquí en un leguaje que no hubiera preferido utilizar, ese es el nuevo lenguaje militar del armamento atómico. La era nuclear ha ido mucho más allá de lo que cualquier ciudadano del mundo pueda comprender.
Mi discurso sobre el peligro y energía nuclear está necesariamente enfocado en los términos de los
Estados Unidos, ahora bien, esta materia es global, no meramente de carácter nacional.
El 16 de Julio de 1945, los Estados Unidos accionaron la primera explosión atómica en la historia de la humanidad. Desde esa fecha en 1945, los Estados Unidos de América han llevado a cabo 42 ensayos nucleares.
Las bombas atómicas de hoy en día son 25 veces más potentes que aquellas primeras armas del nacimiento de la era atómica. Las bombas de hidrógeno equivalen a millones de toneladas de TNT equivalente.
Hoy en día, los arsenales de armas atómicas de los Estados Unidos, los cuales por supuesto se incrementan diariamente, sobrepasan varias veces los explosivos equivalentes al total de todas las bombas y granadas lanzadas en cada bombardeo en todos los escenarios en todos los años que duró la Segunda Guerra Mundial.
Un único escuadrón aéreo, puede ahora lanzar un ataque cuya potencia sería superior a todas las bombas que cayeron sobre Gran Bretaña en toda la Segunda Guerra Mundial.
En tamaño y en variedad, el desarrollo de las armas nucleares han sido no menos remarcables. El desarrollo ha sido tal que las armas nucleares han virtualmente alcanzado el estatus de armas convencionales en nuestras fuerzas armadas. En los Estados Unidos, el ejército, la armada y la fuerza aérea y los cuerpos de marines son capaces todos ellos de usar esta arma.
Pero el secreto terrorífico, y los temores del poder atómico no son nuestros solamente.
En primer lugar, el secreto lo poseen nuestros amigos y aliados, Gran Bretaña y Canadá, cuyos genios científicos hacen una tremenda contribución a nuestros descubrimientos originales y los designios de las bombas atómicas.
El secreto es también conocido por la Unión Soviética.
La Unión Soviética nos ha informado a lo largo de años reciente, que ha dedicado una cantidad considerable de recursos al desarrollo de armas nucleares.
Si en algún momento en la historia, los Estados Unidos poseyeron lo que podría ser considerado como un monopolio de la energía nuclear, ese monopolio ha terminado de existir hace ya varios años. Por lo tanto, aunque nuestro comienzo más temprano nos ha permitido acumular una ventaja cuantitativa, la realidad es que hoy dos hechos comprenden la realidad atómica:
En primer lugar, el conocimiento ahora poseído por varias naciones, finalmente será compartida por otras, posiblemente por todo el resto de las naciones.
En segundo lugar, incluso una vasta superioridad en el número de las armas, y una consecuente capacidad de devastación disuasoria no es preventiva, en si misma contra el terrible daño material y del número de vidas humanas que una agresión por sorpresa infligiría.
El mundo libre, al menos ligeramente consciente de estos hechos, se ha embarcado naturalmente en un gran programa de sistemas de defensa. Ese programa nuclear será acelerado y continuará creciendo.
Pero no dejen a nadie pensar que el gasto de las ingentes sumas de armas y sistemas de defensa pueden garantizar nuestra seguridad absoluta para las ciudades y ciudadanos de cualquiera nación. La negra aritmética de las bombas atómicas no permite una solución tan sencilla. Incluso contra los más sofisticados sistemas de defensa, un agresor en posesión de un mínimo número de armas atómicas podría probablemente accionar un número suficiente de sus bombas en los objetivos elegido y causar un daño espantoso.
En alguna ocasión en las páginas de la historia se hace referencia a los "Grandes Destructores" pero el libro de la historia también revela en su mayoría una búsqueda permanente hacia la paz.
Mi país desea ser constructivo, no destructivo. Deseo el acuerdo, no las guerras entre naciones. Deseamos vivir en libertad y con la confianza de que los ciudadanos de todas las naciones disfruten en igualdad del derecho de escoger su propio modo de vida.
Por consiguiente, el propósito de mi país es ayudar a derribar la cámara de los horrores y traer la luz, encontrar un modo por el cual las mentes de los hombres, las esperanzas de los hombres, las almas de los hombres dondequiera que se encuentren, puedan caminar hacia la paz y la felicidad.
En esta búsqueda, sé que en un mundo dividido como él nuestro de hoy en día, la salvación no puede ser conseguida mediante un acto dramático.
Sé que quedan muchos pasos que tendrán que ser tomados durante muchos meses antes de que el mundo pueda mirarse así mismo algún día y realmente descubrir que un nuevo clima de paz y mutua confianza reinase sobre el mundo.
Pero sé, que por encima de todo, debemos empezar a dar esos pasos ahora.
Pero los Estados Unidos y sus aliados, Gran Bretaña y Francia, han tomado algunos de estos pasos a lo largo de los últimos meses.
Recientemente hemos recibido de la Unión Soviética de lo que es en efecto una expresión de acuerdo de celebrar un nuevo encuentro sobre energía nuclear. Nosotros y nuestros aliados estamos encantados de comprobar que esta acción no contenía ninguna condición previa inaceptable por nuestra parte.
Como ustedes ya saben de nuestro encuentro en Bermuda, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia han aceptado rápidamente a reunirse con la Unión Soviética.
El Gobierno de los Estados unidos se dirige a esta conferencia con sinceras esperanzas. Haremos todos los esfuerzos para el único propósito de sacar de esa conferencia cualquier resultado tangible que propicie la paz, la única manera de distender la tensión internacional.
Nosotros nunca hemos, y nunca propondremos o sugeriremos que la Unión Soviética resigne a lo que suyo por derecho.
Nunca diremos que los ciudadanos de Rusia son un enemigo con el cual no tenemos ningún deseo de tratar o de unirnos en una relación fructífera.
Por el contrario, esperamos que esta conferencia pueda iniciar una relación con la Unión Soviética la cual finalmente traiga un nuevo contexto de relaciones entre las gentes del este y del oeste.
Veo semillas de paz, ellas hablan más fuerte que las promesas o nuestras intenciones.
Existe una vía para la paz, la cual no ha sido todavía explorada, es una vía que ahora reside en la Asamblea de las Naciones Unidas.
En su resolución del 18 de Noviembre de 1953, esta Asamblea General sugirió, y cito literalmente "la Comisión de Desarme estudia la viabilidad de establecer un subcomité que consistirá en representates de las principales Potencias involucradas, la cual buscaría acordar una solución privada aceptable... y llevarla a conclusión no más allá del 1 de Septiembre de 1954"
Los Estados Unidos, están preparados para celebrar reuniones privadas con los principales involucrados para alcanzar una solución aceptable a la carrera armamentística la cual no solamente amenaza la paz sino a toda la vida a lo largo del mundo.
Los Estados Unidos deben buscar más que una mera reducción o eliminación del material atómico para fines militares.
No es suficiente quitar estas armas de las manos de los soldados, estas deben ser puestas en las manos de quienes conocen como ponerlas al servicio de la paz y del bienestar de la humanidad.
Los Estados Unidos Saben que las fuerzas destructivas de las armas nucleares pueden ser revertidas y utilizadas para el beneficio de la humanidad."
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